lunes, 18 de marzo de 2013

Fermentador casero

Desde siempre me ha picado la curiosidad por poder construir yo mismo aquellas cosas sencillas por las que cualquier otro pagaría a veces desorbitadas cifras de dinero. Es algo que me viene de pequeño, quizás demasiadas horas jugando a los Lego. No soy especialmente un manitas pero poco a poco iré aprendiendo, y desde hace un tiempo tengo un proyecto en mente, un fermentador casero.

Como siempre es un proyecto que se puede complicar todo lo que uno quiera, pero la idea es construir un fermentador sencillo y básico de un volumen casero y manejable. Solo hay que tener en cuenta unas pequeñas consideraciones.
Para empezar necesitamos un recipiente de un volumen en función de la ambición del proyecto, es recomendable que tenga una escala de volúmenes o podemos hacérsela nosotros. Es importante elegir un material capaz de transmitir rápidamente el calor de forma que si necesitamos bajar la temperatura durante la fermentación podamos hacerlo simplemente bañando el fermentador con agua fría. El plástico puede ser una buena opción, y es fácil conseguir un recipiente grande de plástico. El control de la temperatura durante la fermentación podemos hacerlo con un simple termómetro.



Necesitamos una entrada superior, más o menos grande, para introducir la materia prima y que a la vez nos sirva como ¨válvula de escape¨ en caso de necesitar aireación o para evitar una sobrepresión por exceso de CO2. También es bueno que sea una boca grande para así facilitar la limpieza del fermentador la cual será muy importante en el proceso y que además permita el removido del contenido así como la posibilidad de sumergir el sombrero. Podemos hacerle las entradas y salidas que queramos, por ejemplo, podemos hacer un agujero en la parte baja del recipiente y colocar un grifo para evacuar las lías y otra salida por encima de esta para sacar el mosto fermentado.

En el tapón realizaremos un agujero donde colocaremos el dispositivo airlock el cual permite la salida del CO2 pero impide que entre oxigeno dentro del fermentador, lo cual estropearía el vino. El bloqueo de este aparato se hace mediante el empleo de agua introducida en unas ampolletas comunicadas y se puede encontrar en tiendas especializadas de vidrio o de plástico. Si nos querremos ahorrar este dispositivo podemos comunicar un tubo de plástico a la tapa de la boca del fermentador y meter el otro extremo en un recipiente con agua de modo que el CO2 que sale se disuelve en el agua pero el oxigeno no puede entrar al ser poco soluble en agua.

En resumen esto sería lo básico para comenzar nuestro experimento. Sería interesante hacernos con un densímetro para el seguimiento de la fermentación y papel indicador para las medidas de pH. En internet podemos encontrar páginas especializadas en productos enológicos donde comprar todo lo necesario si queremos perfeccionar nuestra técnica.

En http://shop.gabsystem.com podemos encontrar densímetros y medidores de pH y en http://www.vanessayjonathan.com/ tenemos probetas, pipetas, embudos, filtros, mini bombas, incluso podemos encontrar pequeñas etiquetadoras y encorchadoras por si nos animamos. También hay tiendas especializadas donde podemos encontrar levaduras, enzimas, taninos, chips,...Por supuesto que también podemos comprar kits con todo lo necesario, incluyendo el fermentador aunque normalmente se venden equipos especializados en la fermentación de la cerveza.

Es una bonita forma de conocer el proceso de fermentación, cuidarlo y manejarlo y poder así probar tus propios resultados. Además podemos investigar y experimentar con mezclas de variedades o con lo que se nos ocurra, el abanico de posibilidades es amplio. Con el método prueba-error seguro que conseguimos algo interesante.

¿ Os animáis ?, yo desde luego me lo apunto en mi lista de proyectos pendientes. Un saludo ¡

lunes, 4 de marzo de 2013

La paradoja francesa

De todos es sabido las propiedades beneficiosas para la salud de los llamados polifenoles. Varias investigaciones indican que su actividad antioxidante podría ser muy útil en la reducción de riesgos de contraer enfermedades cardiovasculares y cáncer. De todos es sabido también que el vino es una fuente enorme de polifenoles así que.....no es difícil despejar la incógnita de la ecuación.

Pero....¿Hay pruebas fehacientes de que el vino es tan saludable? o es una campaña publicitaria en la que, en estos tiempos en los que la gente se obsesiona tanto por los productos sanos, nos quieren dar gato por liebre. Nada más lejos de la realidad, por supuesto que el vino tiene grandes propiedades beneficiosas para la salud debido en gran parte a estos compuestos polifenólicos y de hecho hace años se realizaron estudios sobre los hábitos alimenticios de nuestros vecinos franceses que dan luz a este tema.

El irlandés Samuel Black, observador y amante de la cultura y la buena mesa gala, publicó en 1819 un articulo científico en el que hizo la siguiente observación: "Los franceses comen una gran cantidad de grasas- queso, otros derivados de la leche completa y foie gras- y en general tienen menos ataques al corazón que los ingleses y otros europeos". Al final del artículo, Black dejó entrever que el consumo de vino tinto podía tener alguna participación  en el asunto.
De hecho en Francia la incidencia de enfermedades cardiovasculares es mucho menos que en EE.UU. aunque siguen una dieta más rica en grasas saturadas. Según la Organización Mundial de la Salud, 82 de cada 100.000 hombres franceses entre las edades de 35 y 74 mueren a consecuencia de enfermedades cardiovasculares desde el año 2000 cuando se hizo el reporte; ese mismo año, en USA 216 de cada 100.000 hombres entre las mismas edades sucumbieron a la misma enfermedad pero lo curioso es que de acuerdo con la Organización para Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas, durante aproximadamente el mismo periodo de tiempo, la media de las personas en Francia consumieron un poco más de grasa total y casi tres veces más grasa de origen animal que el americano promedio.


No hay porque desmentir las conclusiones del señor Black, aunque es difícil asegurar que este hecho se deba íntegramente al mayor consumo de vino por parte de los franceses. Aún así en 1991 un programa de televisión estadounidense dio su versión sobre el asunto asegurando que se debía a las propiedades del vino tinto lo cual hizo que se disparasen las ventas en el país.
Este hecho se da también, quizás en menor medida, en otros países como Italia o España lo cual hace pensar que la llamada dieta mediterránea también interviene. Así se demostró en estudios más recientes en los que se tuvo en cuenta otros productos como el aceite de oliva.

Así que ya sabéis, no tengáis cargos de conciencia cuando os atiborréis siempre y cuando lo acompañéis de una  buena copa de vino, al estilo francés¡